EL AYUNO

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Omraam Mikhaël Aïvanhov

Omraam Mikhaël Aïvanhov

El ayuno, un método de purificación

Cuando coméis, vuestro organismo absorbe los elementos que le son útiles e intenta desembarazarse de aquellos que le son extraños, o que le perjudican. Pero el organismo no está siempre en condiciones de hacer esta selección, o porque lo habéis sobrecargado, o porque la nutrición absorbida contiene demasiadas impurezas; Entonces, los residuos se acumulan en varios órganos, especialmente en los intestinos, que son los más afectados.

Pero aunque sea puro, el alimento deja resi¬duos en nosotros; por ello, es bueno ayunar de vez en cuando para permitir al organismo hacer el trabajo de limpieza necesario. Por otra parte, el ayuno es un método preconizado por la natu¬raleza. Observad a los animales: cuando están enfermos, instintivamente ayunan; se esconden en algún sitio, encuentran una hierba que les purgue, y se curan.

Cuando veis polvo encima de los muebles de vuestra casa, sabéis que es necesario sacarlo, pero cuando se trata de comprender que vuestro propio organismo necesita también una limpieza, al menos una vez por semana, y que a los millones de obreros de vuestro cuerpo, que son las células, hay que darles vacaciones, esta idea no la soportáis. Ciertas enfermedades se manifiestan con la aparición de fiebre, o a través de los ojos que lagrimean, por la nariz que gotea, o por la piel que se cubre de pequeñas erupciones: se trata de una purificación. Ya que no queréis purificaros vosotros mismos, son vuestros órganos los que están obligados a hacer el trabajo en vuestro lugar.

Ayunar es una costumbre saludable, y sería deseable que cada uno ayunara cada semana durante veinticuatro horas, si las condiciones se lo permiten, consagrándose muy particularmen¬te a un trabajo espiritual: uniéndose a entidades luminosas, escogiendo música y lecturas que puedan inspirarle, purificando sus pensamientos y sentimientos. Aquellos que se someten a esta disciplina del ayuno, comprueban, después de algún tiempo, que las materias que el organismo elimina por las vías naturales pierden su olor.

Suponed que yo sea médico, escuchadme sin asombraros de mis palabras. Si notáis que el olor de las materias que elimináis, así como el olor de vuestra transpiración, se vuelven muy fuertes e incluso desagradables, sabed que es el signo de que estáis enfermos física o psíquicamente. Me diréis que estos olores dependen únicamente de la naturaleza de los alimentos que habéis comido ese día. No; y observad lo siguiente: si durante algunos días estáis inquietos, irritables, celosos, vuestro olor cambia. Todo se refleja ahí, en el olor del cuerpo.

Un ayuno de varios días puede también ser benéfico, pero para ello también hay que encon¬trar las condiciones convenientes. Es mucho mejor programarse para ayunar durante las vacaciones, por ejemplo, a fin de estar libres y poder leer, pasear, meditar, rezar o escuchar música… Además, ya que mientras se ayuna el aire sustituye al alimento, es preferible elegir un lugar en el cual se puede respirar aire puro.
Algunos comprobarán que cuando ayunan tienen dolores en la espalda, palpitaciones o dolores de cabeza… Puesto que se trata de un lenguaje especial de la naturaleza que no se comprende, decimos: «Nunca más ayunaré». He aquí un razonamiento equivocado. Estos malestares son advertencias de la naturaleza que os previene de que un día u otro vais a sufrir a través de estos órganos, en los que sentís ahora un dolor. Por lo tanto, si queréis saber cuáles son vuestros puntos débiles, ayunad algunos días, y si os duele algún órgano sabed que por ahí puede llegar la enfermedad, y que debéis tomar precauciones.

Si se practica razonablemente, el ayuno no es peligroso y no puede haceros ningún daño. La
prueba está en que las molestias aparecen especialmente en los dos primeros días, y después desaparecen. Si estas molestias provinieran del ayuno deberían aumentar, pero no ocurre así, sino que, por el contrario, os sentís colmados de paz y tranquilidad. Nadie ha muerto por haber ayunado algunos días de vez en cuando, sin embargo, millones de personas mueren por haber comido demasiado.

Al principio, ayunar puede parecer muy penoso porque el organismo se encuentra de repente trastornado por esta limpieza a la cual no está habituado. Pero es necesario no juzgar según estos primeros efectos, diciendo que es peligroso ayunar. Por el contrario, son las personas que sienten más molestias las que tienen más necesidad de ayunar, pues estas molestias provienen del exceso de residuos vertidos repentinamente en la sangre durante esta limpieza. Muchas personas que no se fian más que de las apariencias, piensan que ayunando van a debilitarse, a desmejorarse. Esto puede ser verdad al principio, pero unos días después uno se restablece, se vuelve ligero, diáfano, agradable a la vista.
Aquellos que quieren ayunar deben comprender las cosas de otra manera.

Si sienten molestias no deben asustarse, sino continuar hasta que éstas cesen. Si interrumpen entonces el ayuno, obran como aquellos que ante el primer brote de fiebre, empiezan a tomar pastillas para detenerla. Evidentemente, se sienten enseguida mejor, pero ignoran que deteniéndola, se están preparando con toda seguridad alguna enfermedad para el futuro.

Dejad que vuestro organismo reaccione por sí mismo. Cuando éste se encuentra «a tope», reacciona intentando rechazar y disolver todos los residuos; por eso sube la temperatura. Y es necesario soportar esta temperatura, ya que es la demostración de que se está haciendo la limpieza. Para ayudar al organismo en su trabajo, podéis beber agua muy caliente, hervida. Bebed sucesivamente varias tazas grandes y la temperatura descenderá rápidamente: todos los canales se dilatarán y la sangre circulará con facilidad llevándose los residuos hacia las vías naturales y hacia los poros.

También es saludable beber agua caliente cuando se ayuna. Hervidla varios minutos y dejad después que la cal se deposite en el fondo. Cuando laváis la vajilla con agua fría habréis notado que si hay grasa los platos no quedan limpios del todo: Se necesita agua caliente para disolver las grasas. Ocurre lo mismo en el organismo: el agua caliente disuelve muchos elementos y materias que el agua fría dejaría intactos, los arrastra hacia el exterior a través de los poros, los riñones, etc…, con lo cual os sentís purificados y rejuvenecidos. Podéis incluso beber agua caliente todos los días en ayunas. Puesto que el agua caliente limpia los canales, también es un excelente remedio contra la arterioesclerosis y el reumatismo.

Al principio no es muy agradable beber agua caliente, pero poco a poco se experimenta un agradable bienestar que se convierte en un verdadero placer. El agua caliente es el remedio más natural y el más inofensivo, pero es quizás porque es tan barato y tan simple que nadie se lo toma en serio. Uno de nuestros hermanos se curó con agua caliente de una enfermedad que su médico no lograba curar por otros medios. Cuando fue de nuevo a verle y le contó lo que había hecho, este médico, que era amigo suyo, le confesó: «Sí, yo conozco los milagros que puede hacer el agua caliente en numerosos casos, pero como comprenderás, no podría hacer pagar una consulta a un paciente a quien prescriba únicamente que beba agua caliente».

Cuando se ayuna, el cuerpo físico se siente despojado, naturalmente, pero el cuerpo etérico compensa estas privaciones aportando otros elementos más sutiles. El cuerpo etérico tiene como misión velar sobre el cuerpo físico y reponer sus reservas de energía. Por lo tanto, el ayuno da un impulso al cuerpo etérico para que se ponga a trabajar; la actividad se traslada a otra parte y durante ese tiempo el cuerpo físico descansa.

Evidentemente, si se prolonga el ayuno demasiado tiempo, el cuerpo etérico se sobrecarga de trabajo, mientras que el cuerpo físico no hace casi nada, lo cual tampoco es bueno. El cuerpo físico y el etérico están asociados, y si sólo uno de los dos trabaja, el equilibrio se rom¬pe. Por lo tanto, hay que repartir armoniosamente la actividad entre los dos.

Para terminar, os diré algunas palabras para que sepáis cómo terminar un ayuno de varios días, porque hay que saber que se puede morir si se vuelve a comer enseguida de una manera normal. El primer día es aconsejable no tomar más que algunas tazas de caldo ligero, a la mañana siguiente podéis tomar un potaje con tostadas de pan, y al tercer día podéis comenzar a comer normalmente, pero con una comida ligera y en una cantidad moderada. De esta manera no corréis ningún peligro.

Después de un ayuno semejante, experimentaréis sensaciones nuevas, sutiles, tendréis revelaciones y, sobre todo, os sentiréis rejuvenecidos, despejados, como si los materiales que sobrecargaban vuestro organismo hubieran desaparecido, como si los residuos y las impurezas hubieran sido quemados. Hay cosas muy intere¬santes que estudiar respecto a esto, pero la ignorancia y el miedo impiden a los humanos regenerarse por el ayuno, método que emplearon muchos espiritualistas y místicos en el pasado.

7 comentarios en “EL AYUNO

  1. » Uno «.

    El ayuno, es ser uno.
    Es unión y comunión
    consciente.
    Es permitir que el Ser
    se exprese,
    Y finalmente, es agradecer
    al alma y a Dios.

    Con cariño y gratitud. Gerardo.

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  2. EL AYUNO
    Es la autodisciplina del fìsico, dificil, pues siempre, el fisico trata dedominar el ESPIRITU, lograr el AYUNO en forma conciente y superar las tentaciones, es lograr que el ESPIRITU TOME CONTROL SIMPRE AYUDADO CON ORACIÒN.
    Gracias Carmelo

    Lima – Perù

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