Anónimo
Tomado del libro «La vaca sin culpa» de Lopera y Bernal
Diana, una joven universitaria, estaba en casa de sus padres durante el verano. Una noche fue a visitar a algunos amigos y, por quedarse charlando, se le hizo tarde, más de lo que había pensado, y debió caminar sola hasta su casa. A pesar de la hora, no sintió miedo, pues vivía en una ciudad pequeña y estaba a unas cuantas cuadras de su hogar.
Comenzó a caminar y le pidió a Dios que la mantuviera a salvo de cualquier mal o peligro. En esas estaba cuando llegó a un callejón que le servía como atajo para llegar más pronto a su casa. Decidió tomarlo y en ese momento reparó en un hombre que estaba parado al final del callejón, como esperándola.
Se puso nerviosa y oró a Dios pidiéndole protección. Al instante la envolvió una sensación de tranquilidad y seguridad, como si alguien estuviera caminando con ella. Al llegar al final del callejón, pasó frente al hombre sin que nada ocurriera y llegó muy pronto a su casa.
Al día siguiente, Diana leyó en el periódico que una chica de su edad había sido violada en aquel mismo callejón, unos veinte minutos después de que ella pasara por allí. Sintiéndose muy mal por esa tragedia, y pensando en lo que podía haberle pasado, decidió ir a la estación de policía para contar su historia.
El policía le preguntó si estaría dispuesta a identificar en una línea de sospechosos a la persona a la que había visto la noche anterior en el callejón, y ella sin dudar reconoció al hombre. Cuando este supo que había sido identificado, confesó su delito.
El jefe de policía, muy agradecido por el coraje de Diana, le preguntó si había algo que pudiera hacer por ella. La chica vaciló un momento y en seguida pidió que le preguntaran al hombre por qué no la había atacado cuando pasaba por el callejón. El comandante hizo la pregunta, y el hombre le contestó:
— ¿Cómo se le ocurre que iba a atacarla? Ella no estaba sola: había dos hombres altos caminando a su lado.
muy buena enseñanza
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» Decirte ”.
Quiero decirte
esta mañana que
he escuchado tu voz.
He soñado
con ángeles que
alababan y cantaban al amor.
Que la luna
se fundía sin eclipsar al sol, y
Júpiter se acercaba también a Dios.
Y
Ser los brazos que se unen
cariñosamente a tu alma y corazón.
Amor y gratitud.
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“ Los sueños ”.
Cerré
los ojos
porque no te quería ver,
Saqué
del rio mi mano
porque quería correr.
Subí
a la montaña
más alta del alma
Para poder tocar tu piel.
Y no quise
saber si era tu cuerpo,
la luna o los sueños que tuve ayer.
Amor y gratitud.
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» Los ángeles «.
Ángeles
que caminan
por las orillas de la noche,
esperando siempre ayudar
Siempre
están, no se van,
es la luz que guía los caminos y
a cada alma escuchan y cuidarán.
Amor y gratitud.
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