PLEGARIA A LA PÁGINA EN BLANCO

Dedico esta plegaria a la página en blanco a los devotos de la escritura

Carmelo Urso
entiempopopresente4gmail.com

Antes de escribir, oro frente a la página en blanco. Oro para que me obsequie sus secretos; oro para que me devele sus enigmas; oro para hacerme Uno con su nítida esencia.

Me sumerjo en su abismo… fluyo en su Vaciedad serena…

La página en blanco es un desafío. ¿Qué le diré? ¿Qué plasmaré en ella? ¿Profanaré su pureza con palabras que carezcan de sentido?

Ya está: acaba de aparecer el miedo; con él, disminuye mi elocuencia; tropieza mi Verbo, se hace torpe su andadura…

No me llegan las palabras… y las pocas que llegan zozobran en el indescifrable blancor de la página…

…pero, de pronto… ¡ella responde a la insistencia de mis dedos, que no se separan del teclado!

…para mi sorpresa… transcribo la plegaria de la página en blanco…

Ella misma me susurra:

“Amado mío: yo también oro por ti; oro para que me confíes tus secretos –idénticos a los míos; oro para que descifres mis enigmas –que te revelarán senderos infinitos; oro para hacerme Una con tu esencia –la misma del eterno Padre/Madre que late dentro de mi, dentro de ti”.

“No temas: acúnate en mi grato abismo –del todo tierno, amable…».

«Fluye en mi ameno Vacío –ilimitado océano de Paz, afecto, silencio…”.

“No deseo ser un desafío para ti: ¡oro para que entiendas eso!».

«Todo desafío nace del miedo –lo opuesto al Amor».

«Todo desafío es una contienda –y no puede haber intimidad entre contendientes; quiero tener plena intimidad contigo: ¡nada deseo más en la Vida!».

«Depón tu miedo, deja atrás tus angustias: entrégame tu vulnerabilidad… ¡que yo te daré gustosa la mía!”.

“Nada especial tienes que decir para ganarte mi Amor: ¡oro para que comprendas eso! Sólo anhelo ser una misma Presencia contigo».

«Tu Verbo no me profana, tus palabras no me deshonran: sólo me hiere que tu Alma y la mía no sean un único tapiz –una idéntica, indisoluble trama”.

“El miedo siempre te hará trastabillar; pobrecito el miedo, ¡me conduelo tanto de él!: sólo sabe inventar tropiezos, irrealidades, fantasmas».

«Amado mío, ten compasión de tu propio miedo: consuélalo con el Amor incondicional del Uno que mora en ti… ¡y así, el día menos esperado, lo verás convertirse en la inútil crisálida de la que –con grato vuelo y colores brillantes- emergerán realizados tus más íntimos anhelos, tus más elevados sueños!”.

“Amado eterno: oro para que te adentres en mi deleitable blancura; oro para que experimentes mis más vivos placeres; oro para que me fecundes con tus más delicados sentimientos, tus más lúcidas ideas, tus intenciones más firmes; para ellas, yo seré el más fértil de los vientres; ¡confía!: multiplicada por miles, te devolveré cada pequeña semilla de fe que siembres en mí; y con esas mínimas simientes, gestaré para ti el Paraíso más exuberante”.

“¡Amado mío: así se lo manifiesto a nuestro afectuoso Padre/Madre, en la completa seguridad de que todas estas cosas ya te han sido concedidas”.

“Mi Ser Divino saluda agradecida al Tuyo –que con certeza sé que mora dentro de mí, dentro de ti”. “

“¡Que así sea!”.